CONTROL DEL ESTRES Y LA ANSIEDAD
El estrés no es en sí positivo ni negativo, sino que es nuestra respuesta a esa situación la que la hace buena o mala para nuestra salud física y psicológica.
Dicha respuesta es necesaria en situaciones de emergencia ( por ejemplo frenar rápidamente ante un posible accidente) y nos ayuda a mantenernos alerta y listos para afrontar un reto. Pero cuando la situación de estrés se prolonga un largo período de tiempo, la reacción fisiológica, aún siendo de menor intensidad, hace que nuestro sistema nervioso se vea sometido a una tensión continua y a una activación que agota las reservas de nuestro organismo y debilita nuestro sistema inmunológico.
TIPOS DE ESTRÉS
- Agudo: se trata de un estrés a corto plazo que se produce en un momento concreto y que desaparece rápidamente. Por ejemplo, son las sensaciones que sentimos durante una discusión o ante un examen.
- Crónico: es el estrés que dura un período prolongado en el tiempo, semanas o meses. puede producirse si llevamos desempleados mucho tiempo, por un matrimonio infeliz o una enfermedad grave. Puede llegar un momento en el que nos acostumbramos de tal manera a esa situación que no seamos conscientes de estar padeciéndola, con lo cual los problemas en nuestra salud comienzan a aparecer y pueden llegar a ser muy graves.
SÍNTOMAS FÍSICOS
Cuando estamos ante una situación de estrés, nuestro cuerpo reacciona con una serie de síntomas físicos ( aumento de la frecuencia cardíaca, aceleración de la respiración, tensión muscular…). De este modo nos mostramos alerta ante la situación de peligro, por lo que es una repuesta necesaria y, en ocasiones, vital para la supervivencia.
Sin embargo, cuando esta respuesta de estrés se prolonga en el tiempo, incluso cuando desaparece el peligro que lo ha causado, deja de ser adaptativa y comienzan a aparecer problemas físicos y emocionales, entre los cuales podemos destacar los siguientes:
- Diarrea o estreñimiento.
- Pérdida o aumento de peso.
- Problemas de sueño, tanto por defecto como por exceso.
- Dolores musculares y articulares.
- Cansancio y fatiga.
- Falta de deseo sexual u otros problemas sexuales.
- Olvidos frecuentes.
- Falta de concentración.
- Abuso de tóxicos para relajarse o aliviar los síntomas.
- Depresión.
- Ansiedad.
- Tristeza, irritabilidad e inestabilidad emocional.
FUENTES DE ESTRÉS
Son muy diferentes para cada persona, pero, a grandes rasgos, las principales fuentes de estrés son:
- Casarse, divorciarse o matrimonios conflictivos.
- Despido y paro laboral.
- Comenzar un nuevo empleo.
- Muerte o enfermedad de una persona querida o cercana.
- Enfermedad propia.
- Jubilación.
- Problemas económicos.
- Nacimiento de un hijo.
- Cambio de domicilio, sobretodo si es a otra ciudad o país.
- Exceso de presión.
- Relaciones personales y sociales complicadas.
¿CÓMO SE DESENCADENA EL ESTRÉS?
- FASE DE ALARMA O REACCIÓN:el cuerpo detecta el estímulo externo estresante.
- FASE DE ADAPTACIÓN: el cuerpo toma medidas defensivas hacia el estímulo.
- FASE DE AGOTAMIENTO: las defensas del organismo se agotan y aparece la enfermedad.
En primer lugar, ante un estímulo externo, el cerebro se pone en guardia y prepara al cuerpo para reaccionar. El sistema nervioso se activa y las hormonas liberadas activan los sentidos, aceleran el pulso y la respiración y se tensan los músculos. Esta respuesta de reacción nos ayuda a defendernos contra la situación amenazante.
Si este episodio de respuesta es corto e infrecuente, no genera ningún riesgo, pero cuando las situaciones estresantes se suceden, el cuerpo permanece en un estado de alerta continuo, aumenta la tasa de desgaste fisiológico y aparece el daño físico y emocional. Nuestro cuerpo va perdiendo su capacidad de recuperación y aumenta el riesgo de lesión o enfermedad.
CÓMO MANTENER EL ESTRÉS BAJO CONTROL: CONSEJOS PRÁCTICOS
- No te sobrecargues con actividades: es imposible querer hacer varias cosas a la vez y llegar a tiempo a todo (trabajo, familia, gimnasio, hobbies…)
- Sé realista: no trates de ser perfecto, si necesitas ayuda, pídela. Tampoco exijas la perfección en los demás, no es algo que dependa de tí.
- Descansa y duerme las horas necesarias.
- Relájate: aprende ejercicios sencillos de relajación y respiración profunda que puedas realizar a lo largo del día.
- Date tiempo para ti: ten tiempo para disfrutar de las cosas que te gusten y te calmen: pasear, leer, darte un baño relajante…
- Cuida tu cuerpo: haz ejercicio de manera regular, no hace falta que sea intenso, basta con caminar a buen ritmo durante 30 minutos diarios.
- Aliméntate adecuadamente: olvídate de la comida rápida y preparada y respeta tu horario de comidas.
- Elimina tóxicos: alcohol, café, tabaco, drogas… no hacen más que hiperestimular nuestro sistema nervioso y provocar un elevado estado de ansiedad cuando no disponemos de ellos.
- No sobrecargar a los niños con un exceso de actividades extraescolares: en la actualidad nos encontramos con niños con más estrés que los propios adultos, que no disponen de tiempo libre para jugar y descansar. La televisión y los dispositivos electrónicos impiden que duerman las horas necesarias para su edad, con lo cual afrontan ya cansados un día repleto de actividades (escuela, deberes, deportes, clases extraescolares…)
Saber manejar el estrés inherente en nuestra vida actual es necesario e imprescindible para mantener nuestra salud física y mental.
Si nos sentimos incapaces de hacerlo y nos vemos desbordados por la situación, acudir a un psicólogo es la mejor situación antes de que sea demasiado tarde.