En primer lugar sería importante clarificar el concepto de asertividad.
La ASERTIVIDAD hace referencia a la habilidad que tiene una persona para poder expresar sus emociones, deseos y necesidades de una manera abierta, directa y adecuada, defendiendo sus propios derechos, pero sin ofender ni atacar los derechos de los demás.
Se trata de un estilo de comunicación o habilidad social que se desarrolla en diferentes contextos y situaciones, desde nuestras relaciones familiares, amistades, pareja o trabajo.
Debemos incluir este estilo de comunicación en un continuo que incluiría otras dos grandes maneras de interactuar con los demás:
Pasivo ———————- Asertivo ————————– Agresivo
La persona sumisa es aquella que no sabe defender sus derechos y que intenta siempre complacer a los demás, evitando el enfrentamiento aunque esto suponga un daño para ella misma.
Esta manera de actuar tiene graves consecuencias ya que la persona que actúa casi siempre de este modo termina perdiendo su autoestima y no es valorado por los demás sino que es manipulado y utilizado por todos.
Terminan presentando problemas somáticos ya que es una forma de manifestar las tensiones generadas por no expresar sus emociones ni opiniones.
Por otro lado, la persona agresiva defiende en exclusiva sus derechos e intereses personales sin importarles los demás. Son muy competitivos y lo sitúan todo en términos de Ganar o perder, tienden a tomarse cualquier alusión personal como un ataque y reaccionan ante él con un volumen de voz elevado, retador, utilizando en ocasiones insultos y amenazas.
Generalmente provocan rechazo o huida por parte de los demás y los que se quedan a su lado lo hacen por miedo, obligación (sobre todo en el ámbito laboral) o bien porque son personas extremadamente sumisas.
LA PERSONA ASERTIVA
Las principales características de la persona asertiva son las siguientes;
- Sabe decir «NO» y manifestar su propia opinión sobre los diferentes temas, razonando y explicando su postura. Al mismo tiempo expresa comprensión hacia las posturas del otro y escucha sus sentimientos y demandas.
- Sabe pedir favores cuando es necesario.
- Sabe reaccionar ante un ataque con calma y pedir explicaciones de porqué éste se ha producido, sin entrar en el juego del contrario,
- Sabe expresar sus sentimientos, tanto de gratitud y afecto, como de insatisfacción, dolor o desconcierto.
- Posee una buena autoestima ya que no se siente inferior ni superior a los demás, sino que se respeta a sí mismo y al otro.
- Saben frenar y desarmar a la persona que les ataca.
- Respecto a su conducta externa, hablan de una manera fluida, segura, sin titubeos, mirando a la cara y con una postura no desafiante.
- Sabe aceptar sus errores y pedir perdón si es necesario.
TRATAMIENTO
En primer lugar es muy importante delimitar claramente el problema, especificando mediante un análisis de conducta con quién ocurre, dónde, qué es lo que más me preocupa de la situación, cómo lo suelo afrontar normalmente, por qué no soy asertivo en esa situación ( miedos) y finalmente, cuál es el objetivo que persigo al cambiar mi comportamiento.
Una vez realizado los registros pertinentes para especificar de la manera más objetiva el problema, debemos trabajar los pensamientos irracionales que puedan estar a la base mediante Reestructuración Cognitiva, ofreciendo pensamientos alternativos ante la situación.
Una vez trabajada la parte cognitiva, la cual suele ser la más complicada, nos ocuparemos de la conductual, enseñando a la persona diferentes técnicas a aplicar en las situaciones problemáticas.
Para ello será necesario enseñarle las habilidades básicas de comunicación, trabajando los componentes no verbales y verbales de la misma, ya que en la mayoría de las ocasiones no es que no se sepan aplicar estas habilidades, si no que no se poseen o se han olvidado.
En último lugar es importante recalcar la importancia de educar a nuestros hijos en la asertividad, ya que no se trata de algo innato sino que se va aprendiendo a lo largo de la vida. El niño aprende a compartir, a respetar el turno a la hora de hablar, a ceder el turno, a comunicarse y a negociar. Todas estas habilidades se adquieren mediante la observación de los adultos , de ahí la importancia de que facilitemos a nuestros hijos el contacto social con otros niños, animándolos a participar en las actividades que les gusten y evitando transmitirles nuestros miedos e inseguridades.